El puerto de Donostia – San Sebastián ha cobijado la actividad pesquera de la ciudad durante los últimos siglos: pesca de altura y bajura, caza de ballena, construcción naval, comercio marítimo… variedad de oficios y actividades ligadas al mar que durante siglos fueron el horizonte de vida y trabajo de la mayor parte de los habitantes de la ciudad.
Hoy en día este encantador espacio sigue manteniendo su sabor marino y su visita y paseo son una propuesta de lo más atractiva para quienes este invierno visitan la capital de Gipuzkoa.
Situado al salir de la Parte Vieja por el extremo que da al mar y antecediendo al Paseo Nuevo, en él descubriremos la vida que se desarrolla en el muelle, lleno de barcos amarrados, rodeado de las casas de los pescadores, con restaurantes con sabor a mar en su parte baja y en la ladera del monte Urgull. Y para saber más sobre la relación de los donostiarras con el mar a lo largo de los siglos, las visitas al Museo Naval y el Aquarium, son el complemento perfecto.
Como novedad, la antigua Cofradía de Pescadores ha sido rehabilitada, original de 1943, y es una buena muestra de arquitectura industrial del Movimiento Moderno en Gipuzkoa. Ahora, respetando la esencia del edificio y su lugar central en el puerto, se ha dotado de nuevos usos y de una imagen que se integra perfectamente en el lugar.
Continuando por el Paseo Nuevo, llegaremos hasta la plaza de Zuloaga y el museo San Telmo, donde el visitante podrá realizar un recorrido por la historia vasca y disfrutar de sus exposiciones. Un edificio del siglo XVI, ampliado en 2011 con una propuesta vanguardista perfectamente integrada en las laderas del Monte Urgull. Desde aquí se accede a esta colina, uno de los pulmones de la ciudad, y sus diferentes miradores, al Cementerio de los ingleses y al Castillo de la Mota, a los pies del Sagrado Corazón.