Los reinos cristianos, los taifas, incluso algún noble del otro lado de los Pirineos, ambicionaron controlar el territorio de La Rioja durante toda la Edad Media y parte del Renacimiento. Esos conflictos sembraron las colinas, roquedos y vados, de castillos, cercados, torres y fortalezas que resultaron determinantes para sostener derechos o apuntalar posesiones. Hoy, las edificaciones que se conservan suponen un elemento más del rico patrimonio cultural, histórico y paisajístico riojano.
En su día cobijaron tropas de infantería, ballesteros o inquietas monturas de caballerías. Sus piedras son testigos mudos de escaramuzas, asedios, batallas y juramentos. Hoy jalonan la orografía de La Rioja con sus siluetas hidalgas vigilando los viñedos. Aunque parezca increíble tratándose de un extensión reducida, existen referencias de hasta 73 castillos y torres fuertes en La Rioja. Castilla, Navarra o el reino de Nájera chocaban aquí y había que proteger el Camino de Santiago, los pasos practicables sobre el Ebro y los desfiladeros.
Sobre la memoria de esos tiempos heroicos e inciertos. La Rioja ha habilitado una ruta de los castillos. Comienza en Agoncillo, donde se puede visitar el castillo de Aguas Mansas, también conocido como castillo de Aguas Muertas, que fue construido con sillería entre los siglos XIII y XIV; presenta planta rectangular con torres en los cuatro ángulos y una Cruz de Calatrava que señala la puerta principal de entrada. Agoncillo se desarrolló en torno al castillo, que hoy ya restaurado, se usa como sede del ayuntamiento.
El castillo de Clavijo
El castillo de Clavijo es uno de los más conocidos de La Rioja. En lo alto de una colina, domina el terreno circundante. Lo levantaron los árabes antes del siglo X; su planta se adapta al alargado lugar en el que asienta. La muralla, de 85 metros, está reforzada por torreones que actúan como contrafuertes. También en la Rioja Alta se sitúa la torre fuerte de Torremontalbo, punto en el que existió alguna construcción romana para defender el paso del Najerilla. La torre, con fábrica de sillería y planta cuadrada, se mantiene habitada desde que fue edificada. Muy cerca, se puede disfrutar del paisaje en el mirador del Castillo de San Asensio, que regala una amplia panorámica sobre el valle del Ebro con las siluetas de los castillos de Davalillo, San Vicente de la Sonsierra y Briones a la vista.

Fortalezas  de  la  Sonsierra
EI  castillo  de  Davalillo  se  alza  sobre  un  cerro  rodeado  por  el  Ebro  a  media  docena  de  kilómetros  de  la  citada  localidad  de  San  Asensio.  Su  emplazamiento  constituye  una  magnífica  atalaya  que  vigila  las  tierras  de  la  Sonsierra  y  de  La  Rioja  Alta.  Con  la  cercana  fortaleza  de  Briones,  guarecía  La  Rioja  castellana  de  los  ataques  de  los  navarros,  que  procedían  del  puente  fortificado  de  San  Vicente  de  la  Sonsierra.  La  fortaleza  de  San  Vicente  de  la  Sonsierra  fue  la  mayor  fortificación  de  defensa  del  Ebro,  formando  parte  de  la  línea  defensiva  de  Laguardia  y  Labastida.
Con forma de semicírculo irregular, se acopla a la topografía del terreno. Tres líneas de murallas escalonados configuran tres recintos: el albacar, el cortijo y el castillo en la cima. El de Cuzcurrita de Río Tirón es uno de los castillos mejor conservados de La Rioja y permanece habitado. Su torre de homenaje presume de buena sillería. Merece la pena acercarse a contemplar los cercanos torreones poligonales del castillo de Leiva, que datan del siglo XV.

La  joya  de  Sajazarra
También  en  el  siglo  XV  se  fecha  la  construcción  del  castillo  de  Sajazarra,  con  su  planta  rectangular  y  cubos  circulares  en  las  esquinas,  en  torno  a  su  potente  torre  del  homenaje.  Merecen  especial  atención  la  cornisa  de  matacanes  y  almenas.  Este  castillo  está  considerado  una  de  las  maravillas  artísticas  de  La  Rioja.  En  Baños  de  Rioja,  su  torre  medieval,  que  se  remonta  al  siglo  XIII,  ha  sido  rehabilitada  como  casa  rural.
Además, un buen número de localidades conservan singulares restos de fortificaciones. Es el caso de Arnedo, Quel, Enciso, Arnedillo, Préjano, Cervera, Muro de Aguas y, sobre todo, Cornago. El castillo de Cornago domina el pueblo desde la altura. Se trata de una construcción en sillería de severa caliza gris, con planta rectangular y las consabidos cuatro torres; pero cada una de ellas es diferentes: tres de ellas son circulares de distintas dimensiones y la restante, cuadrada. La historia del castillo de Cornago está vinculada a los Luna, linaje de origen aragonés con conocidísimos integrantes. La fortaleza fue restaurada, es visitable, y se utiliza como sala de exposiciones.


