SARA O EL ENCANTO DEL PAÍS VASCO FRANCÉS

 

Dice un viejo proverbio vasco que “En Sara, el tiempo se detiene”. Quizás porque sus archivos históricos fueron quemados durante la Revolución Francesa, el misterio se adueña de los orígenes de este pueblo, situado al pie de la mítica cima de Larun (905m) y al que el viento acerca el olor a salitre del cercano mar Cantábrico.

Catalogado como uno de “los pueblos más bonitos de Francia”, ha atraído desde antaño a personas vinculadas a las artes y las letras. Entre los personajes que residieron o visitaron Sara destacan Napoleón III y su esposa la emperatriz Eugenia de Montijo, Winston Churchill o Luis Mariano. Aunque se reivindican con cariño las figuras del cura-escritor Axular y del Padre José Miguel Barandiarán, el más notable etnógrafo vasco, que trabajó en la recuperación de la historia local.

Sara ha sabido conservar el encanto de su núcleo urbano, la hospitalidad de una comunidad tradicional y los valores de su patrimonio natural. Los senderos de descubrimiento del hermoso robledal, los sistemas multimedia en las míticas cuevas o el funicular al monte Larrun -incomparable mirador de la costa vasca- convierten a Sara en una visita realmente recomendable.

Casco Urbano

La principal calle de Sara está declarada Conjunto Monumental por la belleza y conservación de la tipología arquitectónica labortana. Partiendo de la plaza frente al frontón se sitúan el ayuntamiento porticado, la Iglesia de San Martín y varios edificios de interés, muchos de ellos con placas conmemorativas o alusivas a habitantes ilustres o destacados. El visitante puede disfrutar de su amplia oferta hostelera y comercial.

 

 

El tren de Larrun

Este vistoso tren turístico se puso en marcha en 1923, tras décadas de planes y obras. Hoy en día es uno de los tres trenes de cremallera que se conservan en Francia. Durante su historia ha sido modernizado y sus servicios ampliados pero los trenes guardan el aspecto y el sabor de los de antaño. Más de 350.000 personas lo utilizan para subir a Larrun y contemplar desde este privilegiado mirador el mar Cantábrico y los montes vascos. El trayecto dura 30 minutos en tren aunque hay gente que opta por subir y/o bajar a pie. En la cima hay todo tipo de servicios para disfrutar de una agradable jornada.

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