Se trata de una de las comarcas más extensas de Bizkaia. Se extiende al oeste de Bilbao, articulada por los valles del Cadagua y el Carranza, perpendiculares entre si. Mientras que el del Cadagua es un entorno industrial y minero, con poblaciones de mediano tamaño, el del Carranza mantiene praderías y bosques, aldeas diseminadas por la montaña y un poderoso marco natural que limita con Burgos, Cantabria y Álava.
En pocos lugares la naturaleza se manifiesta con tanto esplendor como en Enkarterri. Entre las cumbres y los bosques de la comarca se extiende una maraña infinita de caminos y más de doscientas grutas, como la cueva de Pozalagua, que esconde la mayor concentración del mundo de estalactitas excéntricas, unas formaciones de apenas un milímetro de grosor que parecen desafiar las leyes de la gravedad entrelazándose a capricho. Sólo en Australia se da un fenómeno de semejante magnitud.
La cueva se encuentra en pleno Parque Natural de Armañón, entre los macizos kársticos que esculpen el escarpado relieve de Enkarterri. La comarca está jalonada de cimas míticas como las del Zalama, el Ganekogorta o el Kolitza. Las cuevas, grutas y torcas de la zona son conocidas por personas aficionadas a la espeleología en todo el mundo.
En el punto más occidental de la comarca y el territorio se encuentra Lanestosa, una villa singular, situada en la llanura húmeda y boscosa que limita con la cordillera que da paso a la meseta. La antigua trama urbana se articula en torno al camino y el arroyo que baja del farallón. El tiempo parece haberse detenido entre sus callejuelas empedradas, las casonas populares con balcones corridos, el puente medieval o los antiguos hornos caleros.
Muchos más cerca de Bilbao se halla la mayor colección privada de Rolls- Royce, dentro de una fortaleza reconstruida; la última ferrería del siglo XV, aún en funcionamiento; y decenas de palacios de los indianos que hicieron fortuna en América y regresaron con el deseo de construirse una hacienda.
Conviene informarse sobre Vía Verde de los Montes de Hierro, la más extensa de Bizkaia, que aprovecha un tramo de la vía del ferrocarril que transportaba el mineral hasta el cargadero marítimo de Itsaslur. El paseo marítimo sortea los acantilados del Cantábrico y ofrece unas vistas inigualables de la playa de La Arena, que se expande entre Muskiz y Zierbena a lo largo de más de un kilómetro.
Del mar hasta la montaña; del Cadagua hasta donde el Carranza vierte al Asón; desde las entrañas de las grutas kársticas hasta las cumbres de las montañas, Enkarterri resulta sorprendente.
Balmaseda, la villa del puente
Cuando en 1199 Don Lope Sánchez de Mena, Señor de Bortedo, otorgó fuero a Balmaseda, estaba privilegiando una encrucijada de caminos entre Santander, Burgos y Álava muy concurrida desde tiempos antiquísimos por comerciantes y mercaderes.
El coqueto Puente Viejo o de la Muza, que atraviesa el Cadagua, imagen por excelencia de Balmaseda, construido en el siglo XIII y era paso obligado del antiguo camino de Castilla.
Al otro lado del puente se halla San Lorenzo, el que fuera barrio judío de Balmaseda.
El Conjunto Monumental de Santa Clara, desocupado por las religiosas desde el año 1985, alberga el Hotel San Roque. La iglesia de Santa Clara, adosada al convento, acoge el Centro de Interpretación de la Pasión Viviente de Balmaseda,uno de los eventos multitudinarios que se organizan en la villa y referente absoluto del entorno.
Un poco más adelante, a la izquierda, se alza el palacio de Horcasitas. Construido en el siglo XVII, albergó la antigua Aduana Real de la villa hasta su supresión en 1841. Calle abajo se abre la plaza de San Severino, principal de la villa, donde destaca la iglesia de San Severino, de estilo gótico y que data de finales del siglo XIV.
A las afueras del casco urbano, y junto al cauce del río, se levanta El Museo Boinas La Encartada, antigua fábrica especializada en la tradicional txapela vasca. Abrió sus puertas en 1892 y permaneció en funcionamiento durante un siglo.